domingo, 29 de mayo de 2011

Casas de acogida


Sé que se ha escrito mucho sobre ello, pero yo no voy a dejar de poner mi granito de arena.

cuando me decidí ser casa de acogida, tenía muy claro que Nácar saldría tarde o temprano hacía una casa donde la quisiesen y le dieran todo lo que necesitaba, amor, comprensión, cariño, normas, paciencia. No por ello deja de ser doloroso pensar que en poco tiempo esa cosita que has ayudado, enseñado y cuidado como si de tu propio perro se tratará se irá.

Ser casa de acogida significa sacrificio y mucho amor hacía los animales, sin estas dos pesquisas es imposible que la cosa salga bien. Sacrificio porque tu vida cambia y gira alrededor de ellos y para ellos, tu forma de ver la vida deja de tener sentido si ellos no entran en ella, tus prioridades cambian. Amor porque sin ese amor, no podrías entregar al perro que tienes en acogida, no solo amor por el que ahora ocupa ese espacio, amor por los cientos de perros que necesitan una oportunidad, un hueco, alguien que este dispuesto a luchar por ellos.

Muchos llegan rotos, por dentro y por fuera y en las casas de acogida intentan componer y alentar esa personalidad escondida por los golpes, el maltrato, el desprecio, la indiferencia....y aquí vuelve a aparecer el amor hacía los animales. porque no hay tiempo para la lastima, para el desaliento, hay que cerrar el corazón de ese dolor y hacer ver que no pasa nada y darle todo lo que ese animalito hundido, triste y descorazonado necesita.

No es fácil ser casa de acogida y no lo diré por mi, sino por las que ya llevan años luchando para darle voz a los que por desgracia no tienen y se han convertido en invisibles para esta sociedad.

Pero siempre hay cosas positivas, el ver resurgir a ese ser maravilloso, comprobar como hace dos meses no se movía de un rincón acurrucada y ahora duerme debajo de tu mesa del ordenador apoyando su cabeza en tus pies, como cuando llegas a casa, es toda alegría, y te recibe con la mejor de sus sonrisas, y tú ves esa cara de agradecimiento y de pura felicidad que se te encoge el alma, pero piensas, una más en la lista de finales felices y coges aire y ya estás pensando en el siguiente.

Gracias a todas las casas de acogida que existen y que poco a poco van surgiendo más, porque sin ellas, yo no tendría a Zar, el que tanto me ha enseñado y sin querer me ha demostrado que la felicidad muchas veces viene disfrazada en Ángeles de 4 patas que te entregan su alma y su corazón.

Rocio Heredia

Tarragona

lunes, 23 de mayo de 2011

Un ejemplo práctico de cómo recibir a un galgo que va a vivir solo




Agradecemos a Hector y Laia que nos permitan publicar su carta para que pueda servir de orientación a otros adoptantes.
Hay que tener en cuenta que Hermes es un perro que en su casa de acogida lloraba al quedarse solo.
Queremos que con este ejemplo, los adoptantes y casas de acogida puedan hacerse a la idea de que los galgos son educables, como cualquier otro perro, sólo es que hay que tener claro lo que queremos de ellos.


Sabado, (la llegada de Hermes a su nueva casa):

Hicimos el trayecto en coche sin problemas, Hermes en seguida se relajó e hizo el viaje con la cabeza apoyada en mi pierna.
Tras 15 minutos llegamos a casa de mi madre, Laia subió a dejar las llaves del coche y Hermes y yo nos quedamos en el recibidor del edificio.
Fue entonces cuando emitió un pequeño lloro pero lo ignoré y acabó por estirarse en el suelo.
Nos pusimos en marcha los cuatro: Hermes, Xavi, Laia y yo.
Caminamos desde la Monumental hasta Sants: un buen primer paseo para estirar esas patas tan largas!
Caminó muy bien, no tiró de la correa en ningún momento ni se asustó por nada.
Nos fuimos pasando la correa entres los tres en diferentes momentos y con todos se comportó igual.
Hicimos una primera parada a mitad de camino y bebió un poco de agua del comedero.
Al llegar al parque del Escorxador hicimos otra parada, bebió algo más de agua y de ahí no paramos hasta llegar a la Plaza de Huesca que está junto a nuestra casa.
Nos paramos en una terraza a comer algo (nosotros también necesitábamos recuperar fuerzas) y Hermes acabó dormitando a nuestros pies.

De ahí para casa: Lo primero que hicimos fue presentarle su cama (media galletita de premio al meterse dentro) y luego el resto de habitaciones por las que podrá transitar sin problemas. Acabamos de nuevo el "paseo" por la casa en el primer punto (otra media galletita por meterse de nuevo en la cama) y entonces le soltamos la correa.
Hermes se puso a olisquear toda la casa y nostros empezamos a hacer "vida normal" como si él no estuviese.
Cuando no dejó un sólo rincón por explorar, se metió solito en la cama y se quedó allí durmiendo, suspirando y roncando desde las 14:15 hasta las 16:30 más o menos.
Mientras él dormía en el comedor pequeño, nosotros comimos en el grande.
Cuando se despertó le pusimos algo de comida en el cuenco, pero no le hizo mucho caso y entonces nostros decidimos que era el momento de hacer la primera prueba: Nos fuimos a comprar al Caprabo durante 20 minutos.

Antes habíamos seguido una de las pautas del blog:

- Ignorar al animal unos 10 minutos antes de marcharse (repetir el proceso al volver)

Al llegar al edificio subimos con cuidado las escaleras para ver si lo escuchábamos llorar pero no oimos nada.
Cuando abrimos la puerta estaba en el comedor grande, pero como te he dicho lo ignoramos y empezamos a guardar la compra en su sitio.
Todavía no había tocado la comida, pero poco después se puso a comer y no dejó nada en el cuenco :)
A eso de las 18:15 nos fuimos a dar otro paseo: tocaba presentarle a los padres de Laia!
Mi suegro, que siempre había tenido perros cuando era joven en seguida se ofreció a llevar la correa.
Como siempre, Hermes se portó de lujo y aunque había mucha gente y ruido por carretera de Sants y por los alrededores del centro comercial de las Arenas, en ningún momento hizo algún gesto brusco.

Poco después fuimos a tomar un café a la avenida Mistral y allí conoció a Biarritz, la cocker de unos amigos, con la que hizo buenas migas.
Estuvimos un rato largo en la terraza, sobretodo porque se puso a llover y no nos fuimos hasta que amainó un poco.
Primer día con nosotros y primer remojón!
Al llegar a casa, lo secamos bien con una toalla: se dejó hacer sin problemas.
Laia y yo cenamos algo y él estuvo pendiente de nosotros (más bien de la comida) pero cuando entendió que no había "nada que rascar" se metió en la cama.
La noche la pasó tranquilo y si se levantó en algún momento no nos dimos cuenta.

Domingo

Me desperté a las 07:30 de la mañana, y bajamos los dos a dar una vuelta por el barrio.
No había casi nadie por la calle así que caminos tranquilos.
Hermes de tanto en tanto, miraba hacia los árboles como intendando averiguar dónde se escondían los pajarillos del parque de la España Industrial.
Al llegar a casa le pusimos las pipetas de Advantix que compramos el día anteriror (por cierto, Hermes pesa exactamente 27,4 kilos)
Laia y yo nos duchamos volvimos a ignorarlo y bajamos a desayunar al bar de la esquina.
Estuvimos fuera otros 20 o 25 minutos.
Al volver nos encotramos en la puerta de la calle a uno de los vecinos.
Cuando entramos en el edificio pudimos oir a Hermes lloriquear un poco, pero no podíamos saber si lo había estado haciendo desde que nos fuimos o tal vez porque había escuchado el ruido que había hecho nuestro vecino al bajar a la calle.
En todo caso, entramos a casa como siempre: ni caso y a lo nuestro.
Estuvimos una media hora en casa poniendo lavadoras y lavando platos.
Abrimos el balcón y mientras yo miraba dos o tres cosas en el ordenador junto a la ventana, Laia y Hermes se pusieron a tomar el sol tranquilamente.
Dejamos pasar unos 20 minutos y entonces nos pusimos en marcha: desde Sants hasta el parque de la Cuidadela para conocer a mi madre y a LLuna, la mestizo de Teckel, con la que también se llevó bien.
Mi madre estaba encantada con Hermes!
Subimos todo paseo de San Juan y fuimos a descansar del paseo a otra terraza.
Hermes en seguida se puso a dormitar :)
Cuando todos estuvimos descansados volvimos para casa: otra vez desde la Monumental hasta Sants!
Llegamos a casa y nos pusimos a comer. Primero nostros y luego Hermes.
Tras reposar la comida estirados en el sofá, decidimos hacer la tercera prueba: esta vez nos marchamos una hora y cuarto.
Siempre que nos preparamos para irnos, aunque lo ignoremos, Hermes parece notarlo pero seguimos actuando de la misma manera.
Al volver estuvimos un rato esperando en la escalera sin hacer ruido y no le oirmos llorar :)
Pasaron 20 minutos hasta que nos fuimos a dar otro paseo: esta vez a Montjuich.

Todo muy bien salvo cuando avistó un gato. Hermes hizo además de salir disparado pero como lo tenía bien sujeto no pasó nada aunque nos quedó claro que los gatos no son de su agrado.
Cuando estábamos por volver a casa (tras otra hora y media de paseo) Hermes hizo caca en un árbol, era muy floja, casi diarrea!
Laia y yo nos miramos con cara de circunstancias y al llegar a casa le preparamos algo de arroz blanco con algo de pechuga de pavo.
Se lo comió sin rechistar :)
Nostros también cenamos y los tres nos fuimos a dormir.

Lunes

Como te dijimos, Hermes estará sólo hasta las 14:30 15:00.
Eso es posible porque yo entro a trabajar a las 7 de la mañana y salgo a las 14:00.
Lo que significa que me levanto a las 05:30 05:45 de la mañana para realizar mi rutina diaria: ducharme y desayunar.
Cuando ha visto que me despertaba, Hermes me ha mirado desde su cama con los ojos medio abiertos y se ha tapado la cara con las patas: casi me muero de risa.
Como yo era el primero en salir de casa, no le he hecho caso en ningún momento.
Al salir, Hermes se ha intentado colar por la puerta pero lo he cogido del collar y lo he metido en casa.
He cerrado la puerta y no le he oido quejarse.
Laia se ha puesto en marcha y tras haberse duchado y desayunar lo ha bajado a dar un paseo de 40 minutos.
Luego me ha dicho que ha llegado a casa, le ha dado de comer arroz mezclado con pienso (la caca de esta mañana era normal) ha recogido la ropa del tendedero y le ha dejado un hueso de cuero prensado junto a su cama.
Me ha dicho que cuando ha salido de casa Hermes parecía tranquilo.
De todas formas ayer por la tarde avisamos a nuestros vecinos de planta que habíamos adoptado a Hermes y que era posible que durante unos días al quedarse sólo, el animal se mostrase algo inquieto.
Nos dieron las gracias por avisar y nos dijeron que no había ningín problema.

Yo intentaré salir puntual del trabajo y esta tarde-noche te llamaremos para explicarte cómo ha ido el día.

Nosotros creemos que todo va a salir bien, estamos muy contentos con él (es un perrazo bueno y tranquilote) y esperamos que él lo esté también con nosotros.

Un saludo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Galgos112 con César Millán



Galgos112 ha estado con César Millán en su presentación en Madrid.


Esperamos que la labor del encantador de perros también se extienda al encatamiento de personas y con su labor en España pueda colaborar a que nuestra sociedad tome conciencia en contra del maltrato y el abandono de perros.


Agradecemos especialmente a Pilar Garrido, voluntaria del equipo de César Millán, que nos haya atendido tan amablemente y que siga en contacto con nosotros ayudando en nuestra tarea.


Gracias !!!

martes, 3 de mayo de 2011

Festejando año a año : ))






Anteayer, 1 de mayo, hizo un año que Dharma se rompió un dedo de la
pata delantera derecha. El veterinario de urgencias lo vendó y
aconsejó reposo y tranquilidad.

Ayer, 2 de mayo, hizo un año que recibí una llamada de Lidia. Ella
sabía que queríamos acoger, y me llamó y me dijo "Tenemos una perra
que está en acogida pero tiene que salir de allí debido a unos
problemas personales de la chica que la tiene ahora. Se llama Harry,
es muy buena y puede vivir con gatos. No te sientas presionado,
háblalo con Esther y me decís algo". Y yo lo hablé, y mi Esther, que
es un trozo de pan, dijo que sí, y llamé a Lidia y la cosa se puso en
marcha.

Hoy, 3 de mayo, hace un año que Lidia aparcó el coche (el de Jordi,
si recuerdo bien) detrás del Eroski. Llovía, así que Lidia esperaba en
la calle y una perra negra con carita de miedo hacía lo propio en el
asiento trasero del coche. Lidia la sacó, me puso la cadena en la mano
(no llevaba collar de seguridad...), y "Harry" y yo nos fuimos a dar
un paseo bajo la lluvia. La perra se mostró recelosa pero, viéndolo
con la perspectiva de quien ya la conoce, extrañamente tranquila. A la
media hora ya había decidido llamarla Carrie, para no liarla mucho y
por la referencia a Stephen King, que sabía que a Esther le haría
gracia.

Menudo año. No sé ni por dónde empezar. Ha habido algunos momentos
malos, muchísimos buenos, unos pocos agridulces. Los que recuerdo así,
a bote pronto:

- Lo primero, Dharma no consiguió el reposo y la tranquilidad que le
aconsejaron, así que un mes y medio después hubo que quitarle
definitivamente el vendaje sin que el hueso se hubiese soldado, y
dejar que la naturaleza siguiese su curso. Supongo que tener una
hermana que, cuando os quedáis solas, se pone a dar saltos y a
morderte para provocarte a jugar no es la mejor forma de hacer reposo.

- A los cuatro días de tenerla, Carrie se soltó del collar (sí, el que
no era de seguridad) y salió corriendo detrás de un gato. Eso, a unos
cincuenta /metros de la rotonda del Eroski. Por suerte el gato fue más
listo que ella y se subió a un árbol, y ella, chica buena que es en el
fondo, después de dar dos o tres vueltas rápidas se quedó quietecita y
me dejó ponerle el collar. Todavía se me acelera el corazón cuando me
acuerdo. Naturalmente, a partir de ese momento y hasta que llegó el
nuevo collar, Dharma salió con el inseguro y Carrie con el de
seguridad, por si las moscas.

- A los pocos meses de llegar, durante un chequeo, descubrimos que
tiene una lesión cardíaca (un fallo de una válvula). Por suerte es
asintomática, y aparte de darle un suplemento con Omega-3, no hay nada
más que hacer, excepto ecocardiogramas periódicos para controlar la
evolución.

- La primera vez que intenté darle un beso en la cabeza se dio tal
susto que salió corriendo a la terraza; suerte que la puerta estaba
abierta, porque habría salido igualmente aunque estuviese cerrada.

- El día que salí unos segundos del pipican de Can Mercadé (es enorme,
y las llevo a correr) para intentar coger un perro perdido que rondaba
por allí, y Carrie se asustó tanto ante la idea de que yo me fuera que
saltó la valla sin pensárselo. Dharma, más sensata, se quedó dentro
mirándonos con cara de pena.

- La vez que aprovechó que estábamos fuera y pilló una bolsa con caca
de gato (limpiamos las bandejas diariamente, pero solo tiramos la caca
cada dos o tres días, así que la acumulo en una bolsa) que estaba en
un sitio presuntamente "inaccesible". Olvidé lo largos y listos que
son. Cuando llegamos a casa, había llevado la bolsa al salón, la había
reventado sobre el sofá, y se había comido todo el contenido (calculo
que al menos había medio kilo de cacas). Lógicamente, le había sentado
mal, así que vomitó una parte en mitad del salón, y otra sobre nuestra
CAMA. Imaginad lo agradable que es encontrarse un charco de vómito de
excrementos sobre tu colcha... La saqué a la calle, y allí se sentó
(es la única vez que he visto a un perro vomitar sentado) y echó el
resto. Im-presionante. Mi veterinario se rió mucho mientras me
recetaba el Dontral Plus para el control antiparasitario.

- La tarde que se meó sobre nuestra cama (sí, parece que cuando se
siente mal se va a la cama), y lo terminó de arreglar meándose de
nuevo en el mismo puñetero sitio a la mañana siguiente. Dos lavadoras
de sábanas en menos de doce horas :-)

- Las muchas veces que vuelve del parque con heridas, ninguna grave
pero algunas aparatosas, por jugar a lo bruto. En lo que va de año
(sí, en 2011) ya ha pasado dos periodos de tres semanas sin poder
correr esperando a que cicatrizasen los tajos que se hace. Raquel, la
veterinaria, aconsejó la última vez cambiarle el antibiótico para que
no desarrolle resistencias; con eso lo digo todo...

- Las anchoas del Cantábrico que les pispó a Jordi y Lidia mientras
hacían de niñeras cuando me fui a Vélez-Málaga.

- La primera vez que se acercó a mi mano, y la primera vez que aguantó
sin bajarse del sofá al sentarme yo en él.

- La primera vez que se subió al sofá habiendo otra persona... Nunca
le perdonaré que no fuese ni con Esther ni conmigo, sino con un amigo
de visita... :-)

- El desconsuelo de Dharma cuando llevamos a Carrie a esterilizarla, y
¡NOS LA DEJAMOS ALLÍ, PAPÁ! y su alegría cuando volvió.

- El viaje a Francia en agosto, y en particular, la pobre Carrie
empapada y temblando como una hoja bajo el toldo de un bar justo
enfrente de Notre Dame.

- Un señor del parque, bastante voluminoso, por el que simultáneamente
parece sentir miedo y atracción, así que le ladra y le menea la cola,
pero sin acercarse. Tengo la teoría de que le recuerda a su dueño
original, para lo bueno y para lo malo.

- Los lametones a Leo, y el pánico absoluto a Fibi.

- La forma en que duerme por las noches, sola en el sofá, totalmente
boca arriba, con las patas apoyadas en el respaldo y la cabeza
colgando por el borde.

- El modo en el que ha aprendido a jugar al despiste a ver si consigue
pillar la comida de los gatos cuando yo no miro.

- Aquella ocasión en que se nos tiró un gato encima en la calle y las
dos perras no sabían cómo quitarse de enmedio de miedo que tenían (y
yo, que llevaba sandalias).

- Los meses que pasé debatiéndome conmigo mismo, o mejor dicho,
convenciéndome de lo que ya sabía de antemano, hasta decidirme a hacer
oficial que se quedaba con nosotros.

Sobre todo, lo más increíble ha sido ver el cambio. Con Dharma no se
nota, porque Dharma es muy sociable y casi no tiene miedos y ya llegó
perfectamente capaz de relacionarse con cualquiera. Pero Carrie ha
evolucionado muchísimo, y aunque yo no diría que ahora confíe
plenamente (creo que eso le costará años), ya no es aquel manojo de
nervios y miedos que llegó el primer día. Ahora se relaciona con otros
perros (a lo bruto), y con la gente siempre que sea ella quien tome la
iniciativa. Sigue habiendo mucho camino por andar: todavía se lleva la
comida aparte si hay gente cerca, y cuando la abrazo lo aguanta
resignada pero con gesto intranquilo. Los movimientos bruscos la
asustan, y las peleas de los gatos también.

En resumen, no la cambiaría por nada del mundo. No voy a decir que la
quiera más que a Dharma (o a Nero, Fibi, Leo, Tara o Pusik), porque
esto no es "La decisión de Sophie"; cada uno es especial de una forma
distinta. Pero no puedo negar que me despierta una ternura que ninguno
de los otros puede igualar. Es mi negrilla, mi comecacas, mi señorita
Carrie Fisher. Mi vida es tanto más grande porque Carrie esté en
ella...


Juanma