domingo, 27 de junio de 2010

Cuando quiera el destino.



Hace un dia precioso, de aquellos dias de verano, en que el cielo brilla mas azul que nunca, y cálidos rayos de sol, calientan nuestra piel, y nuestra alma, a la vez que esas nubes blancas, que parecen de algodón, nos regalan una caricia de frescor, tan agradable como inesperada, que hace que me regale a la naturaleza que me rodea esta mañana.
Quizás también se hayan sentido así, esos pájaros que en francés se llaman mesanges, y que anidan como cada año en la olivera de nuestro jardín, y han decidido que hoy era el día ideal, para echarse a volar, para abrir sus alas y partir del que fue su hogar, y excepcionalmente he sido testimonio de ello, no sin antes poder tomar unas fotografías de cómo su madre , quizás intuyendo ya , su pronta marcha, iba y venia a un ritmo frenético, trayendo consigo cada vez, pequeños insectos para sus polluelos, imagino para darles todas las fuerzas posibles, antes de su irremediable partida, es ley de vida...
Y por si esto fuera poco, horas después, en mi paseo diario, acompañada hoy por mi familia, Yannick, nuestro pequeño Alexi de un añito, y de nuestras dos galgas Taiga y Lara, hemos sido testigos de nuevo, de la marcha de su nido, de un pájaro mucho mas grande y del que no he llegado a saber su nombre, pero en cualquier caso, reposando en el suelo de hierba fresca, esperaba a que su madre le trajera sus últimos suculentos bichitos, quién por cierto cuando nos vió, empezó a emitir unos sonidos agudos, que hicieron que el pequeño polluelo se echase, torpemente a volar, para posarse en una rama alejada del suelo, y poder así, recoger fuerzas, a salvo de todos los peligros que le acechaban.
Y yo, maravillada por haber sido testigo por doblete de la emancipación de aquellos polluelos, y como creo en el dicho que reza, no hay dos sin tres, me dispuse a abrir mi correo después, temerosa, lo confieso, de que hoy fuera también el día que, esta vez el destino, hubiera elegido para la partida de Taiga, pero no fue así, nadie hoy se interesó por ella, y yo, lejos de disgustarme, confieso, que un suspiro de sosiego, inundó mi corazón, sabiendo que no debería pasar hoy por el mal trago de saber, que sus días conmigo, con mi familia estában ya contados.
Taiga, no ha nacido aquí, en esta casa , entre nosotros, solo está aquí de paso, porque es una galga acogida, a la que hemos dado un hogar, hasta que aparezca esa familia ideal para ella, que en alguna parte y aun sin saberlo están destinados a compartir sus vidas, con nuestra Taiga, nuestra preciosa galga acogida.
Y yo, como esa mama mesange, que sabia que sus polluelos echarian a volar de un momento a otro, se que Taiga también lo hará, que se marchará de nuestras vidas, habiendo dejado atrás, todos sus malos momentos.
Momentos de soledad, de hambre, de tristeza, de abandono, y de quien sabe cuantas cosas mas.
También se, que aunque se marche, porque aunque no es ley de vida, si es ley de casa de acogida, que una parte de ella siempre estará entre nosotros, en nuestro corazón, muy adentro, que siempre formará ya, parte de nuestras vidas, y sabiendo que la ayudamos a superar todo lo malo, y le abrimos las puertas de todo lo bueno, y mientras tanto ella, nos regala cada momento de agradecimiento, moviendo su cola, como si fueran las aspas de un molino, dándonos lametones a cada momento y echándose a nuestro lado y observándonos, como si fuéramos los mas interesante y precioso que haya visto en esta vida, y ver ese cambio espectacular que ha dado en tan solo tres semanas , es el mayor regalo, que como casa de acogida podemos desear.
Y también se, que pronto dejarán de asustarla los besos apretujaditos que le damos, y que dejaremos atrás esos momentos de miedo, que se apoderan de ella justo al anochecer, cuando anda inquieta de un lado para otro, buscando un sitio seguro, donde los malos no puedan alcanzarla. Confío en que pronto lo superará, y que se quedará dormida tranquila, sin dar antes vueltas y mas vueltas, sabiéndose a salvo, y sin que los momentos de terror que debió vivir en sus anocheceres pasados, cuando en el inmundo pueblo donde deambulaba, salían a cazar galgos por las noches, golpeen su memoria, y que la dejen descansar por fin.
Y mientras llegue ese momento y el que por fuerza llegará, el del adiós, seguiremos, dándole todo el cariño que le faltó, deseando que el destino ponga en nuestro camino esa preciada familia definitiva para nuestra Taiga, y luchando a la vez por guardar intacto ese rincón de nuestro corazón, que ha de quedar virgen, sin ocupar, y que es el rincón que debemos preservar para el próximo galgo que nos necesite como familia de acogida, y solo espero, que como esas mamas que vi hoy, y que enseñaron a afrontar la vida a sus polluelos, nosotros hayamos sabido transmitir a Taiga, el sentirse querida y protegida, a salvo, y que para entonces, haya aprendido que comer, beber, jugar o descansar no son cosas malas por las que merezca ser castigada, pero por encima de todas esas cosas, esperamos que haya aprendido, que la vida es bella, y que vale la pena vivirla.

Cris, Yannick, Alexi y Larita

2 comentarios:

mal de ojo dijo...

si has tenido la sensibilidad para entender lo que es "ese amor", para escribir este texto con tal sensibilidad y cariño, ten por seguro que cada animal que salga de tus abrazos, saldra feliz, disfrutando, seguro de si y con confianza de nuevo en el amor.
GRACIAS!!

Esther dijo...

Cris precioso escrito!!!
Has plasmado la realidad y la necesidad de las casas de acogida.
Gracias